Encuentro Internacional de Arquitectura & Diseño

Santiago Caprio

 


Encuentro Internacional de Arquitectura & Diseño

Chitré abre el debate sobre cómo diseñar ciudades que cuidan la vida

En un mundo donde las ciudades inteligentes suelen asociarse con tecnología, datos y algoritmos, Chitré fue escenario de un giro inspirador. Bajo el lema “Construyendo futuros: diseñar para las personas y para el planeta”, una reciente ponencia invitó a repensar la ciudad desde el respeto profundo a la vida en todas sus dimensiones.

El mensaje central fue claro: construir una ciudad no es levantar muros, sino un acto de respeto. Respeto al ecosistema, a la memoria, al cuerpo humano, a las emociones y a los sueños aún por imaginar.


 

Santiago Caprio: una voz humanista en el urbanismo

La conferencia estuvo a cargo del arquitecto y urbanista Santiago Caprio, especialista italo-argentino que representa a El Salvador como experto de Naciones Unidas en People-Centred Smart Cities. Reconocido internacionalmente por su enfoque humanista, Caprio ha desarrollado consultorías y marcos estratégicos para ciudades que buscan equilibrar sostenibilidad, tecnología y bienestar humano.

Diseñar no es imponer formas, es abrir caminos hacia la vida. La ciudad debe abrazar al río, al manglar y a la memoria de quienes la habitan. Una ciudad bien diseñada no exige rendir: invita a vivir con dignidad”, expresó Caprio durante su intervención.


Del diseño funcional al diseño afectivo

El encuentro subrayó que diseñar con sentido va más allá de lo técnico o estético. La arquitectura y el urbanismo deben responder no solo a necesidades materiales, sino también espirituales, simbólicas y emocionales.

Un banco bajo la sombra, una fuente que murmura o una esquina donde alguien se encuentra con un vecino son gestos de diseño que pueden generar felicidad urbana”, se destacó.
Esta mirada introduce el concepto de microfelicidades urbanas: pequeñas decisiones de diseño capaces de producir un impacto desproporcionado en la vida cotidiana.


Naturaleza como fundamento, no como decorado

Otro eje central fue la relación entre ciudad y naturaleza. Se planteó que lo ecológico no es un suplemento, sino el fundamento mismo del urbanismo. Se defendió la necesidad de ciudades porosas, que permitan a la naturaleza volver a entrar en plazas, techos y corredores.

La biofilia —la conexión vital entre las personas y lo vivo— fue presentada no como moda estética, sino como necesidad existencial: “El canto de los pájaros, la brisa o la sombra de un árbol son más que datos térmicos; son parte de nuestra salud emocional y espiritual”.


Una ciudad que cuida

El concepto de ciudad cuidadora estuvo presente a lo largo de la ponencia: un modelo urbano que no solo funciona, sino que acompaña y protege.
Una ciudad que:

  • Permite caminar con dignidad y belleza.

  • Respeta el tiempo personal, evitando traslados interminables.

  • Sostiene los vínculos invisibles del cuidado: la crianza, el descanso, el envejecimiento y la recuperación.

Este enfoque desemboca en la economía del cuidado, que revaloriza lo cotidiano como el verdadero sostén de la vida urbana.


El Salvador: ejemplos de transformación en marcha

La visión compartida en Panamá se conecta con experiencias recientes en El Salvador, donde se impulsan proyectos que combinan sostenibilidad, cultura y calidad de vida:

  • CUBO (Centros Urbanos de Bienestar y Oportunidades): espacios que acercan educación, tecnología y cultura a comunidades vulnerables, convirtiéndose en nodos de inclusión social.

  • Revitalización del Centro Histórico de San Salvador: recuperación del Palacio Nacional y espacios públicos que devuelven dignidad al patrimonio y al peatón.

  • Surf City: modelo de desarrollo territorial que integra infraestructura sostenible, turismo y oportunidades económicas, sin perder el vínculo con las comunidades locales y la naturaleza costera.

  • Nuevos parques urbanos: concebidos como nodos verdes que actúan como pulmones ambientales y motores de cohesión social.

Estos ejemplos evidencian cómo la planificación urbana se ha convertido en herramienta de cambio hacia un Nuevo El Salvador más sostenible, inclusivo y centrado en las personas.


Una visión mesoamericana compartida

El diálogo abierto en Chitré trasciende fronteras. Panamá y El Salvador, desde sus particularidades, encarnan una visión mesoamericana común: construir ciudades que cuidan la vida, respetan la naturaleza, devuelven tiempo y dignidad a sus habitantes y hacen de lo cotidiano la base de la calidad de vida urbana.

Ambos países comparten un patrimonio natural frágil —manglares, costas vulnerables al cambio climático, comunidades que dependen de la pesca y la agricultura— y enfrentan presiones de crecimiento urbano acelerado. Este contexto los convierte en laboratorios vivos para ensayar modelos de ciudades más cercanas, resilientes y respetuosas con la naturaleza.


El reto de las futuras generaciones

El mensaje final del Dr. Caprio fue un llamado a la responsabilidad intergeneracional:
Construir futuros no es proyectar indicadores, es proyectar humanidad. Diseñar para las generaciones venideras es un acto de amor sin testigos”.

En tiempos de crisis climática, desigualdad, migraciones forzadas y soledad urbana, el encuentro en Chitré recordó que las ciudades no son solo escenarios de problemas, sino espacios donde puede comenzar la transformación.

Desde la cuadra, desde el barrio, desde la escala humana, se pueden prototipar futuros más sostenibles, justos y empáticos. Ese fue el compromiso que quedó grabado en el auditorio: imaginar ciudades que no exijan rendir, sino que inviten a vivir con dignidad y sentido.